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El cuento de Anoche
Un memorial para mi sobrino Fer 

 
Hay veces que uno se vale de contar un cuento o una historia para dejar en los hijos una moraleja o una idea o transmitirles un mensaje.
 
Tengo la costumbre con mi hija Giselle de 6 años de inventar cuentos a la hora de acostarse a dormir.
 
Esta semana no había podido contarle alguno por lo que anoche me dijo que deberían ser dos por lo menos.    Como es difícil inventar uno y ahora que me pedía dos pues lo que se me ocurrió fue decirle que sería uno pero muy bueno.   
Ella me dijo: - "Pero si no es bueno, entonces si me cuentas dos, eh"
Bueno - le respondí y le conté las siguiente historia:
 
Había una vez unos papás que tenían dos hijos y después de algunos años Dios les mandó otro hijito..
-Ah, ya se cómo se llamaba la hijita: Giselle - me dijo (porque ella es mi tercera hija)
No. - le conteste.   Te dije que era un niñito y no me interrumpas porque si no ya no le sigo (comunmente le pongo nombres a los personajes y en esta ocasión no mencione algún nombre)
- Bueno te decía.  Tuvieron un niñito muy bonito pero nació enfermito de su corazón, sus papás vieron a doctores y lo operaron para que estuviera mejor siendo él muy chiquito.    Así fue creciendo y sin embargo algo pasaba en ese niñito pues al empezar a caminar, le costaba mucho trabajo por lo que vieron con doctores que tenía y qué podían hacer para ayudarlo.
Resultó que tenía una enfermedad muy rara que hacía que sus músculos...   ¿Sábes que son los músculos ? - le pregunté interrumpiendo el relato.
- Sí, es lo que tenemos en el cuerpo para ser fuertes - me contestó
- Bien, es la "carnita" que tenemos sobre los huesos para que todo se mueva y podamos caminar, tocar, etc.   Bueno, entonces resulta que este niñito estaba enfermo y todos sus músculos se estaban "descomponiendo" sin embargo él era muy feliz y jugaba como todos los niños de su edad.   Pero un día se resbaló y se cayó por lo que se le rompieron unos huesitos y al atenderlo los doctores le dijeron a su mamá que ya no podría volver a caminar, que de ahí en adelante tendría que usar silla de ruedas para moverse...    Esto puso muy triste a sus papás y cuando le dijeron al niñito que ya no podría volver a caminar, esperaban que el niñito se pondría muy triste por eso y sin embargo al decírselo lo que más le preocupó al niño no fue el que volviera a caminar sino que preguntó ¿Y ya no podré manejar un coche?.  Sus papás siempre se sorprendían por las respuestas que daba de muchas cosas.
 
El niñito aún con su silla de ruedas asistía a la escuela y participaba en todas las actividades que podía ingeniándoselas de algún modo para estar con sus compañeros.  Jugaba Volleyball, carreritas, etc.   Todos los compañeros de su escuela y de donde vivía lo querían mucho pues era muy animado y siempre estaba de buen humor, aunque había momentos que se entristecía por no ser como los demás, sin embargo el hecho de estar así lo hizo diferente y mejor en muchos aspectos pues fue muy listo en aprovechar todos los momentos para ser feliz y comunicar a los demás la actitud que debemos tener en la vida.
 
Los años pasaron y se divertía mucho jugando con todos y aprendió a hacer muchas cosas con la computadora.     
Un día en un sueño, Dios le habló y le dijo que era un niño muy bueno y que estaba muy contento con él, que venía para platicar y preguntarle qué quería como premio por ser bueno.        El niñito le respondió que no sabía, que no necesitaba nada.   Dios le preguntó ¿No te gustaría que estuvieras sano y que pudieras moverte como los demás?  El niñito le contestó que mejor que eso lo que quería es que todos en su familia estuvieran bien y que fueran felices, que él era muy feliz y sabía que algún día en el Cielo podría moverse nuevamente.       Dios al oírlo le contestó - Mira, veo que eres muy bueno con todos y eso me gusta, yo te necesito a mi lado para que me ayudes ¿Te gustaría venir conmigo?   El niñito le contestó -  Yo estoy listo, siempre lo he estado y solo te pido que me dejes despedirme de mis papás, mis hermanos y mis amigos.   
- Bien - Le dijo Dios y en ese momento despertó de su sueño.
 
Su mamá como todos los días estuvo con él y el niñito quiso que les hablara a todos los que pudiera para que vinieran a verlo.   Su mamá les habló a algunos amigos y la voz se corrió y muchos vinieron a saludarlo y estar con él deseándole como siempre al despedirse que estuviera mejor a lo que él agradecía y respondía que los quería siempre.   Era un ejemplo para todos y dejaba siempre la alegría en el corazón de quien lo escuchaba hablar y reír
 
Esa noche al acostarse estaban sus papás con él y le preguntaban cómo se sentía después de tener un día tan agitado.   El les respondió que bien, que se sentía muy cansado y que quería decirles una cosa muy importante...   Sus papás atentos quedaron en espera de sus palabras.    El niñito les dijo: - Quiero irme con Dios al Cielo.   ¿Pero, porqué dices eso? ¿Te sientes mal? ¿Quieres que llamemos al Doctor?    - No, al contrario me siento muy bien y estoy listo para irme con Dios.  Quiero irme al Cielo pues se que allá podré correr y saltar, jugar con mis abuelitos, mis tías y tíos y con muchos niños que allá estén.   Dios me necesita y desde allá podré ir a donde quiera y es más,  desde el Cielo los veré todos los días.    Cuando me haya ido verán una nueva estrella brillante en el Cielo y esa será la señal de que ahí estoy y que soy muy feliz.      - Bien hijo, ya veremos, descansa...   Lo despidieron sus padres y el niñito cerro sus ojitos.
 
Los padres se retiraron y se asomaron a la ventana abrazados pensando en lo que les había dicho su hijito y sin decir palabra en un momento vieron en la más linda de las noches, que apareció de repente una estrella muy brillante que parpadeaba como para llamarles la atención.   Los dos pensaron inmediatamente en lo que les había dicho su hijo y voltearon a verlo, viendo que tenía una sonrisa en su rostro, había dejado de respirar para siempre...   Había un angelito nuevo en el Cielo.
                                                                                                                              
- ¿Te gustó la historia Giselle?
 
- Sí ¡Me encantó! y despidiéndose nuevamente se durmió.
 
_________
 
Hoy en camino de regreso de la escuela le pregunté si recordaba el cuento.  
Me respondió contándomelo nuevamente prácticamente con todos los detalles y al terminar le digo: Estuvo muy bonito y pienso que así es como nacen los angelitos en el Cielo...     Sabes que no es un cuento ¿De quién crees que es esa historia?  

Reflexionando unos segundos su cara cambió y asombrada me dijo ¡No, no puede ser...  Fernandito, no me digas que ya se murió!   Comenzó a llorar y la consolé recordándole que el niñito del cuento decía que quería que todos fuéramos felices, que él estaría mejor en el Cielo y que desde allá nos vería, que si recordaba a su abuelita cuando también se fue al Cielo, la cajita donde estaban sus cenizaas y varias cosas más sobre el tema.   Se calmó y habló de que ella tendría una caja pequeña para sus propias cenizas por ser muy chiquita.   
 
Es díficil afrontar esta realidad pero creo que Fer esta mejor que nosotros ahora.   
¡Dios te Bendiga Fer por enseñarnos a todos a pensar en ser mejores!
 
Tu tío Alejandro
26 de Marzo de 2012

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